Imágenes por satélite para mejorar el nivel de vida de los productores
Escrito por Carolina Pirola - artículo patrocinado por Satelligence
A pesar de que algunos países y empresas ya se han puesto en marcha en la lucha contra el cambio climático, a pocos les sorprenderá saber que aún estamos lejos de cumplir con el objetivo establecido en el Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC. La comunidad científica lleva años avisando de que, para cumplir con este objetivo, nuestra segunda prioridad por detrás de invertir en energías renovables debería ser encontrar una solución a la deforestación. De hecho, según el informe ‘El cambio climático y la tierra’ del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), “la reducción de la tasa de deforestación y degradación forestal es una de opciones más robustas y efectivas para la mitigación del impacto del cambio climático”. A pesar de ello, cada año se siguen perdiendo cientos de millones de hectáreas de bosques.
Una de las iniciativas más populares actualmente es la compensación de carbono (u offsetting), práctica por la cual las empresas invierten en proyectos de reducción de emisiones de carbono en otros lugares para compensar por las que no han podido evitar en sus propias operaciones. Aunque la compensación de emisiones puede reportar ciertos beneficios, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero dentro de la cadena de suministro de la propia compañía (o insetting) tiene un potencial de impacto mayor y es más efectiva a largo plazo. Tal como explica la Plataforma Internacional de Insetting (IPI, por sus siglas en inglés), al abordar las emisiones de su propia cadena de suministro, las empresas consiguen “transformar sus operaciones para identificar y apoyar ecosistemas sanos y comunidades resilientes para asegurarse las materias primas de las que dependen sus productos”.
Mantener el dosel arbóreo intacto puede beneficiar tanto al planeta como a los productores
Una de las soluciones que se están explorando actualmente consiste en aprovechar el poder de las imágenes satelitales para monitorear el almacenamiento de dióxido de carbono en los cafetales. Si se intercalan árboles de sombra con la plantas de café, las fincas pueden prevenir las emisiones de carbono, lo que puede llevar a la implementación de políticas bienintencionadas que busquen preservar el dosel arbóreo. Sin embargo, a menudo el sustento de los caficultores depende en cierta medida de la tala de árboles para hacer leña o para ampliar sus cosechas.
Entonces, ¿cómo podemos asegurarnos de que no perdemos de vista las necesidades de los productores? La startup de impacto holandesa Carble ha dado con una potente respuesta: la combinación de imágenes satelitales y pagos digitales. La empresa se ha asociado con el proveedor de soluciones satelitales Satelligence para ayudar a las compañías a calcular cuánto carbono almacenan los árboles de las fincas con las que trabajan y así ofrecer a los productores un monto adicional basado en esas estimaciones. En esta alianza, Satelligence suministra los componentes de datos basados en satélites, incluidos los índices históricos de deforestación, el seguimiento de la deforestación en tiempo casi real y una estimación del banco mínimo de carbono garantizado. Por su parte, además de desarrollar la plataforma en la que sus clientes pueden monitorizar las emisiones de las fincas de café, Carble se encargó de idear una fórmula de pago justa para los agricultores.
Para entender mejor la viabilidad de este modelo basado en resultados, Carble y Satelligence llevaron a cabo un proyecto piloto de seis meses en Etiopía. Utilizando datos de los satélites Landsat de la NASA y Sentinel 1 y 2 de la Agencia Espacial Europea, así como datos de láser orbital de la misión Investigación de la Dinámica de los Ecosistemas Globales y machine learning, las empresas fueron capaces de medir el almacenamiento de carbono en pequeñas fincas de café. A continuación, Carble subió esa información a la plataforma, con el fin de que sus clientes pudieran hacer seguimiento de los niveles de almacenamiento de dióxido de carbono en las fincas. Los incentivos económicos se calcularon en base a esas reducciones verificadas de las emisiones. “Para este piloto hemos calculado el precio por tonelada de CO2 equivalente [1] (tCO2e) para que sea un poco superior al precio que pagan los tostadores participantes por compensar sus emisiones. Como el insetting es intrínsecamente mejor que el offsetting, esperamos que el valor de este último relativo a los offsets aumente con el tiempo”, explica Sander Reuderink, director ejecutivo de Carble.
Una iniciativa con potencial de impacto
Los resultados de este piloto muestran que el proyecto puede convertirse en un modelo de negocio factible y que beneficie tanto a los caficultores como al medioambiente. La solución ha demostrado ayudar a estimar la cantidad de dióxido de carbono almacenado por las fincas, pero también tener el potencial de reducir de manera significativa la brecha de ingresos de los productores y de mejorar su nivel de vida. Además de calcular los incentivos económicos por el almacenamiento de carbono, Carble proporciona información a sus clientes sobre el impacto real de esos ingresos adicionales sobre la calidad de vida de los productores con los que trabajan. Esto se consigue comparando observaciones actuales con un escenario de referencia que tiene en cuenta tanto el porcentaje de bosques que se talan anualmente como la viabilidad económica de las propias fincas.
Gracias a la calidad y constante actualización de los datos que utiliza, el modelo es fácilmente escalable, y Carble y Satelligence ya han empezado a mapear con GPS otro centenar de fincas en la zona de Guji (Etiopía). Las empresas esperan llevar el proyecto a un millón de pequeñas fincas para 2030. Según Carble, el objetivo es que el monto adicional que se proporciona a los caficultores por almacenar carbono acabe siendo parte integral del precio de la materia prima. “El café sólo puede beneficiar a todas las personas de la cadena de suministro, manteniéndonos dentro de nuestros límites planetarios, si nos aseguramos de que la sostenibilidad medioambiental también es económicamente sostenible. Con este proyecto, estamos dando un pequeño pero importante paso hacia este futuro”, concluye Sander.
[1] El dióxido de carbono equivalente es una medida que se utiliza para comparar las emisiones de diferentes gases de efecto invernadero según su potencial de generar calentamiento global. Fuente: Eurostat